¿Qué tiene que ver un galón de pintura con la educación de un niño? En las siguientes líneas te contamos cómo una actividad tan doméstica y, aparentemente operativa, como pintar unas paredes, puede incidir en que se puedan seguir educando niños felices.

 

Una pequeña puerta nos revela un pasillo que nos dirige a una escalera. Las bajamos y encontramos a unos niños estudiando música. Atentos. Escuchan a otro niño solo un poco mayor que ellos, pero con actitud profesional. Estamos en un espacio donde se cambia la vida de niños caraqueños que, de otro modo, no tendrían muchas opciones para superarse, educarse y progresar. Estamos en la sede del Coro Infantil Venezuela (CIVAC).

Entre sonrisas y saludos, los niños nos dan la bienvenida y se unen a la tarea: pintaremos las paredes de ese lugar de arte. Y lo hicimos entre risas, juegos, y música, porque nos sorprendieron con un concierto exclusivo con lo mejor de la música criolla.

«Para los niños que asisten a este coro, 120 en total, significa mucho que los tomen en cuenta, los hace felices saber que ellos existen para ustedes», nos dice Militza Cabrera, directora del Coro Infantil Venezuela, quien agrega que tuvieron que restringir la entrada «porque no todos cabían al mismo tiempo aunque todos querían estar».

De hecho, Carlos Henríquez, alumno destacado del coro, nos contó que la mejor parte de esta actividad viene cuando los niños llegan al día siguiente a sus clases; «ver esa alegría en sus caras, es lo mejor que hay. Ellos se sienten muy felices porque este es como su hogar».

Además de remozar los espacios, les dotamos de instrumentos musicales (clarinete, flauta, teclado, triángulo, maracas, tambor de gaita, atriles y panderetas), para que puedan seguir educando dignamente y con calidad a esos muchachos, labor que los ha llevado a convertirse en Patrimonio Cultural del Municipio Bolivariano Libertador.

¡Nos encanta ver niños felices!